Fricandó { de ternera }

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Fricandó_1

Tras los dos meses de vacaciones escolares que se tomó el reto de Tía Alia, sí, escolares, porque prácticamente han durado lo mismo, o incluso un poquito más, vuelve a la carga.

Dicho así, de pronto, parece que la Tía Alia solo sabe dar guerra, y no es el caso. Más que nada porque la tía Alia, con la "t" minúscula, con sus añitos, poca lata ha de dar. Pero la Tía Alia, con la "T" mayúscula, la que personifica el reto, que no quien lo gestiona, es otro cantar. Quienes nos implicamos mensualmente en este reto sabemos que a veces nos las gasta bien cuando trata los pesos con medidas que hoy en día han caído en desuso. Pero hablaré con la boca chica porque al fin y al cabo, si lo seguimos, es porque con sus recetas nos gusta llegar al fondo de lo que comenzó siendo la cocina al uso y que hoy podemos etiquetar como cocina tradicional.

¿Dulce o salado? Pues esta vez, salado, y con lo que me pierde un dulce. Pero el hecho de que el "plun" llevara frutas confitadas, hizo que lo tuviera que desterrar de mis planes porque en casa no gusta a mis comensales. Por cierto, ¿que no os resulta divertido leer el nombre del dulce? ¡Plun! Adueñándome de las propias palabras de Carmen, "plun" es una divertida forma de españolizar en cuatro letras el archiconocido Plum cake.

Para hacer el fricandó elegí una parte de la ternera que ya he utilizado en preparaciones anteriores para guisar en forma de filetes: cielo. Es una carne inmensamente tierna tanto para simplemente planchar como para cocinarla tal y como os la presento hoy. Y cotilleando por ahí, he visto que se le pueden echar almendras y champiñones, y eso es lo que he hecho. ¿Queréis saber cómo he preparado este plato de la cocina catalana?

Pues venga ... :)


Fricandó_collage


Ingredientes (Para 4 personas)
  • 600 gramos de filetes de ternera 
  • 1/2 cebolla picada muy finamente
  • 2 tomates
  • 1 diente de ajo
  • 1 cdta de perejil fresco picado
  • Unas hebras de azafrán
  • 1/2 vaso de los de agua de vino 
  • 100 ml de caldo de ternera o agua
  • 150 gr de champiñones
  • 1 cda de almendra en grano
  • Sal
  • Pimienta
  • Unas ramitas de tomillo
  • Aceite de oliva
  • Harina para rebozar
Elaboración
  1. Empezamos preparando los filetes. Si son grandes, los cortamos en trozos más pequeños, como que fueran escalopines. Los salamos, pasamos por harina, sacudiendo el excedente y los freímos durante dos minutos por cada lado en dos cucharadas de aceite en una cazuela. Retiramos y reservamos.
  2. Si el aceite se ha tostado por la harina, la cambiamos por una limpia y en ella pochamos a fuego suave la cebolla durante unos cinco minutos sin que llegue a dorarse. De los tomates  retiramos las semillas y los rallamos, desechando la piel. A continuación los añadimos a la cazuela y dejamos que reduzca durante unos cinco minutos más, removiendo de vez en cuando. Salpimentamos y ajustamos su punto de acidez con una pizca de azúcar.
  3. Machacamos el diente de ajo, el perejil y las hebras de azafrán con una pizca de sal, vertemos el vino en el mortero para aprovechar todo el majado y agregamos el compuesto a la cazuela. Dejamos que evapore el alcohol, incorporamos el caldo y distribuímos los filetitos en la salsa. Espolvoreamos la almendra en grano y añadimos los champiñones limpios y cortados en cuartos,  dependiendo de su tamaño, y unas ramitas de tomillo.
  4. Dejamos cocer el compuesto unos veinte minutos.
¡Y hecho!

¿Y ahora quieres ver qué otras recetas han hecho los demás participantes en el reto Tía Alia? Siéntate cómodo y pincha aquí


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Rulo de pimientos, queso, rúcula y nueces { #Asaltablogs }

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Rollo de pimientos del piquillo_1_p 

Las Sopas ataca de nuevo ...

Y como La Sopas, una banda de despiadados desalmados, los #Asaltablogs, que invaden y asaltan las cocinas ajenas apropiándose de lo más valioso de ellas: sus recetas. Ya que nos gustan tanto los cachivaches de cocina podría darnos por llevarnos por robots de cocina, moldes, cortapastas ... ¡Pero no! Nuestro estómago hambriento nos pide caña, de esa que sacia la gula, y nos dejamos llevar por su instinto llevándonos recetas de las cocinas que asaltamos.

Este mes de septiembre la suerte del desfalco le tocó a Angi. Digo yo que suerte, lo mismo estando en su lugar no pienso lo mismo, aunque le hago un hueco a la duda ;) Creo que no hay orgullo más grande en este mundo de la blogosfera gastronómica que ver toda la red inundada de recetas que un día una hizo para deleitar a los más cercanos y de rebote a quien asome sus narices a su cocina virtual.

El blog de Angi es sencillo, elegante y cuidado. Presta especial atención a la estética de sus fotografías, y quedan tan finamente plasmadas que no deja lugar a la duda de que lo que muestra tiene que estar bien rico. Me gusta lo organizaditas que tiene sus entradas, para que nos quede todo bien clarito a la primera.

De entre todas sus recetas hubo una que me gustó desde el principio. Tiene muchas con un aspecto delicioso que también me gustaron. Pero, ¿sabéis eso de cuando vas a comprarte ropa y algo te entra por los ojos a la primera? Nada de lo que veas después te va a gustar tanto. Pues eso me pasó a mi con este rulo de pimientos del piquillo, ideal para una cena informal, y lo mismo como aperitivo cortado en pequeñas porciones. Tan solo hice una modificación, y es que mezclé el queso de cabra con queso crema. Mira que nos gusta mucho el queso de cabra, pero pensé que resultaría demasiado fuerte en sabor siendo todo del mismo tipo, y con la mezcla acerté :)

Rollo de pimientos del piquillo_a_p 

Ingredientes

Para el rulo
  • 2 huevos tamaño "L"
  • 150 gramos de pimientos del piquillo escurridos
  • 100 gramos de harina de trigo normal
  • 2 cdtas de levadura química
  • Sal
Relleno
  • 150 gramos de queso de cabra
  • 150 gramos de queso crema
  • 70 gramos de nueces peladas y picadas toscamente
  • 2 ó 3 puñados de rúcula
Elaboración
  1. Precalentamos el horno a 160ºC. Forramos una bandeja de horno con papel vegetal.
  2. Separamos las claras de las yemas. Montamos las claras con un poquito de sal ayudándonos de unas varillas eléctricas. Justo cuando comiencen a despegarse del recipiente en el que las hemos montado, las claras estarán a punto de nieve. Reservamos.
  3. Trituramos los pimientos del piquillo muy finamente. Añadimos las yemas y mezclamos hasta que quede una masa homogénea. Salamos al gusto.
  4. Añadimos la harina y la levadura química y mezclamos. 
  5. Incorporamos las claras con movimientos envolventes para que la mezcla no pierda aire.
  6. Extendemos la masa sobre el papel vegetal dándole forma de rectángulo de unos 20x25 centímetros de tamaño. Horneamos entre 8 y 10 minutos. Nada más sacar el bizcocho del horno, lo volcamos sobre un paño de algodón limpio de manera que el papel quede arriba y con cuidado lo despegamos. Enrollamos sobre el paño con cuidado y lo mantenemos enrollado hasta que se haya enfriado.
  7. Mientras preparamos los quesos para rellenar chafándolos con un tenedor.
  8. Desenrollamos el rulo con cuidado, extendemos el queso por su superficie, espolvoreamos con las nueces picadas y distribuimos la rúcula. Volvemos a enrollar ayudándonos del mismo paño y ejerciendo una leve presión sobre el bizcocho. Lo reservamos envuelto unos diez minutos.
  9. Cortamos el rulo en porciones de tamaño variable, según el uso que vayamos a darle. ¡Y a disfrutar!



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Pastel de moras con cobertura de queso

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pastel-de-moras-con-cobertura-de-queso

 Coger moras es un gran plan, al menos para mi. En alguna entrada anterior a esta ya lo he contado: disfruto cogiendo moras; me trae recuerdos de un verano de mi adolescencia que pasé en tierras catalanas, donde salía al monte con mi familia a recogerlas. Aquella experiencia forma parte del recuerdo y hoy en día, siempre que salgo al monte con mi marido e hija, me veo sola y abandonada entre las zarzas mientras los míos me reclaman con tono desesperado de aburrimiento. ¡Menuda estampa! :(

Un día, alguien escuchó de mi viva voz cuánto me gusta dedicarme a este pasatiempo, y ella, a quien no se le escapa nada,  me invitó a ir juntas a coger moras. ¡Menudo plan! ¡Qué digo plan! ¡Pla-na-zo! Cual Caperuzitas Rojas,  pero sin capa ni cestita, nos fuimos juntas a asaltar zarzamoras :) Y así llegaron a mi casa casi un kilo de moras.

Las moras silvestres guardan diferencias con las que da el árbol de la morera o incluso las que se pueden adquirir en los supermercados, que son más grandes, dulces, carnosas y jugosas. No ocurre lo mismo con las moras silvestres, y así, por ejemplo, si queremos hacer mermelada, necesitan un extra de agua que la propia fruta no puede aportar. 

Para elaborar este pastel he utilizado azúcar invertido por sugerencia de Carmen, y a su receta os remito para que leáis no solo cómo se elabora sino también los consejos de utilización que ella nos da, entre otros que toda repostería que elaboremos con él se mantiene jugoso durante bastante más tiempo que si empleáramos azúcar granulada.

El pastel es una absoluta delicia. Creedme. El bizcocho destaca por ser jugosísimo, tanto, que da la impresión de que queda húmedo y poco hecho, pero sin embargo llegó a su punto de cocción óptimo. Y la capa de queso coronándolo ha sido un acierto pleno. Os animo a hacerlo porque no os arrepentiréis.

Pastel de moras_collage


Elaboración
  • 175 gramos de mantequilla a temperatura ambiente
  • 200 gramos de azúcar moreno, o 175 gramos de azúcar invertido  + 1 cdta a temperatura ambiente
  • 4 huevos
  • 150 gramos de harina de trigo común
  • 50 gramos de almendra molida
  • 1 cdta de levadura química
  • 250 gramos de queso crema
  • 200 gramos de moras
  • 1 cdta de extracto de vainilla
Elaboración
  1. Precalentamos el horno a 180ºC.
  2. Lavamos las moras en  un escurridor y las secamos con papel de cocina con delicadeza.
  3. Batimos la mantequilla hasta que quede cremosa, añadimos el azúcar moreno (o los 175 gramos de azúcar invertido), batimos de nuevo, incorporamos tres huevos, uno a uno, el extracto de vainilla, y a continuación la harina de trigo y la almendra molida. Seguimos batiendo hasta que los ingredientes estén bien incorporados. Quedará una masa espesa.
  4. Forramos una fuente cuadrada de 20 x 20 centímetros con papel vegetal, adaptándolo en las esquinas.
  5. Vertemos la masa en la fuente y extendemos bien con la ayuda de una espátula.
  6. Batimos el queso crema hasta que quede con una textura cremosa y agregamos el huevo restante y una cucharada de azúcar moreno o una cucharadita de azúcar invertido. Mezclamos bien y lo extendemos sobre la masa que teníamos en la fuente.
  7. Distribuimos las moras por la superficie y horneamos entre 40 y 50 minutos a media altura con calor superior e inferior. La cocción dependerá de nuestro horno, así que para saber si el pastel está cocido, pinchamos en su interior con un palillo y si la parte que ha tocado la masa sale limpio, ya está listo.
Receta adaptada de la edición impresa del mes de septiembre de 2013 de la revista Olive.


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Croquetas de bacalao con salsa de pimientos

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Tener una idea brillante no es algo que forme parte de la vida de la gente mundana en su rutina diaria. Bueno, tampoco es que sea una tarea a la que nos encomendemos todos los días, a no ser que tu labor sea la de ser una persona creativa que ha de someter a sus neuronas a un funcionamiento constante las 24 horas del día. Quizás eres de esas personas que llevan una agenda en el bolso y si la inspiración te viene te paras donde te la encuentres, aunque sea subiendo las escaleras mecánicas del metro, y ahí mismo que te plantas a hacer tus anotaciones, bajo correr el riesgo de que todo traseunte que siga tus pasos se tope con tu espalda o con esa otra parte del cuerpo donde pierde el nombre la misma columna vertebral, lo cual, y así, en seco, te va a traer mucho más que una palabra bonita (entiéndase esto de "palabra bonita" con cierta ironía). 

O lo mismo eres de esas otras personas que aún estando dormidas se levantan cual sonámbulas y de un respingo y atacas tu cuaderno de notas para que tus dedos escriban rápidos y veloces el mensaje que te está mandando tu musa. No. Yo tampoco soy de esas. A no ser que la neurona que me recuerda lo que tengo que hacer antes de acostarme se haya dormido antes que yo y me de el aviso cuando ya estoy a punto de caer dormida. 

¿Y a cuento de qué vienen estas historias? No dejan más que ser digresiones de las neuronas, esas que tantas veces dan en el clavo, pero también esas que muchas veces hacen que los que tenemos a nuestro alrededor nos miren con cara de espanto a la vez que van echando pasitos lentos para atrás para alejarse de ti.

Todavía recuerdo cuando en plena vorágine estival y a casi 40º de temperatura en Madrid, se me ocurre lanzar un mensaje en uno de mis grupos de whatsapp diciendo que íbamos a comer ... ¡cocido!, y todo para tener croquetas en el congelador. Con solo leer la palabra "cocido" ya estaban desintegradas quienes leyeron mis palabras. Pero nuestra ración de croquetas de carne de cocido no nos la quitó nadie :)

Días después, en un encuentro con Carmen, comentamos aquella locuray ella misma me preguntó que por qué no hacía unas croquetas de bacalao. Parece que alguien hubiera estado escuchando aquella conversación escondido en alguna parte, que al poco me topé con una revista en la que aparecía la receta de las croquetas de bacalao. ¡Estaba escrito en el destino! Como que también lo estuviera el que yo misma tuviera aquella digresión mental cual día de julio. Aquellos casi 40º tuvieron la culpa de que esta receta esté hoy aquí, delante de vosotros.

Esta receta de croquetas no lleva bechamel en su base, si no puré de patata. En casa nos han encantado. La masa resulta ser muy suave, aunque sin llegar a ser la propia de la bechamel. Y es que cada cual, le da un punto diferente, pero muy agradable :)


Croquetas bacalao_corte_p_pic 

Ingredientes (Para entre 30 y 35 croquetas)

Para las croquetas
  • 300 gr de migas de bacalao en salazón
  • 150 gr de puré de patata deshidratado
  • 250 ml de agua + 250 ml de leche
  • 2 huevos
  • 2 dientes de ajo
  • 1 cda de perejil fresco picado
  • Sal
  • Pimienta
  • Harina, 2 huevos y pan rallado para empanar
  • Aceite de oliva
Para la crema de pimientos y berenjena
  • Un pimiento rojo no muy grande
  • Una berenjena pequeña o más de la mitad de una berenjena grande
  • 2 pimientos del piquillo
  • Aceite de oliva
  • Sal
  • Azúcar
Elaboración

De las croquetas
  1. Comenzamos desalando el bacalao. Para ello, en la noche de la víspera, no se necesita más tiempo, pasamos las migas bajo el chorro de agua del grifo para quitarle la sal y ponemos las migas en un recipiente con agua que las cubra. Lo tapamos y lo guardamos en la parte más fría de la nevera. A la mañana siguiente lo volvemos a lavar y a cambiar el agua y lo reservamos de nuevo en la nevera hasta que llegue el momento de utilizarlo para cocinar.
  2. Hacemos el puré de patata calentando el agua y la leche y cuando rompa a hervir, añadimos los copos de patata deshidratada, removemos bien hasta que quede un puré suave y compacto. Ha de quedar muy espeso.
  3. Mientras, vamos escurrimos las migas de bacalao, les despojamos de posibles espinas y las desmigamos con las manos. Reservamos en un colador.
  4. Pelamos los dientes de ajo y los picamos muy finamente. Ponemos una cucharada de aceite a calentar en una sartén y los sofreímos. Removemos con frecuencia. Antes de que comiencen a dorarse añadimos las migas de bacalao y las dejamos cocinar un par de minutos. Retiramos de la sartén y volcamos sobre un colador para retirar el líquido que desprende en la cocción y que no le da tiempo a absorber.
  5. Batimos dos huevos, lavamos y picamos el perejil y lo incorporamos a los huevos. Agregamos el bacalao y el puré de patata y mezclamos todo muy bien. Tapamos con film transparente y guardamos en la nevera una vez que se haya enfriado la masa
  6. Para empanar, vamos cogiendo porciones de la masa del tamaño de una nuez, le damos forma de bola, la pasamos por harina, huevo batido y pan rallado y las vamos reservando.
  7. En una sartén con fondo o  en un cazo ponemos aceite a calentar a alta temperatura y vamos friendo las croquetas por pequeñas tandas y retirándolas a un plato con papel de cocina a medida que se vayan dorando.
De la salsa de pimientos y berenjena
  1. Encendemos el horno a 200º y una vez alcanzada la temperatura introducimos una fuente en la que habremos colocado el pimiento rojo y la berenjena cortada por la mitad y con unos cortes transversales en su carne. Les damos la vuelta de vez en cuando y asamos durante unos 45 minutos (dependiendo del horno). 
  2. Sacamos la piel de las verduras en templado y las trituramos junto con dos pimientos del piquillo. Sazonamos con aceite de oliva, sal y azúcar al gusto. La cantidad que obtenemos es suficiente para todas las croquetas. Puedes congelar la salsa sin ningún problema.

Croquetas bacalao Collage

Fuente de la receta de las croquetas: Lecturas Cocina Fácil nº188

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Pastel crujiente de verduras y trigo

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Pastel crujiente de verduras y trigo_1_pic 

 Nunca antes hasta llegar a una boda había probado el trigo cocinado. Os parecerá extraño que el trigo forme parte del menú de una boda, pero ya sabéis que con ingredientes muy sencillos y humildes se pueden conseguir joyas en la cocina. Y este fue uno de esos casos. Os lo aseguro. Se nos presentó cocinado en forma de un risotto de tinta de calamar con el que literalmente aluciné :)

Poco tardé en anotar en la lista de la compra este nuevo ingrediente para nosotros, y así, en mi próxima visita al súper, allá que se vino un paquete contento y feliz de pasar a formar parte de nuestras vidas y mejorando la suya, por supuesto.

Del trigo me gusta la suavidad que tiene al masticarlo. Se cuece la mitad de rápido que el arroz, y da tanto, tanto juego como lo hace el propio arroz. Os animo a que seáis vosotros mismos quienes lo probéis y si os apetece me lo contéis.

La receta de hoy es un pastel sano de verdad, cocinado a base de verduras y con muy poca grasa. Y además un plato completo porque en casa, que somos tres, fuimos incapaces de continuar con el segundo plato, que se quedó para el día siguiente.


Pastel crujiente de verduras y trigo_b 

  Ingredientes (Para 4 personas)
  • 1/2 cebolla finamente picada
  • Una cucharada de aceite de oliva
  • Una berenjena pequeña - unos 300 gramos
  • Un calabacín pequeño - unos 300 gramos
  • Un bote de tomate triturado pequeño - 400 ml
  • 4 anchoas en salazón cortadas en trocitos 
  • 150 gramos de trigo
  • 2 huevos
  • 140 gramos de queso rallado variado - mozzarella, cheddar, edam, curado
  • Sal y pimienta
  • Orégano
Elaboración
  1. Lavamos la berenjena y la cortamos en daditos de un centímetro de tamaño (aproximadamente). La salamos y la dejamos llorar en un colador por espacio de media hora como mínimo.
  2. Lavamos el calabacín y lo cortamos en daditos del mismo tamaño que la berenjena.
  3. En una sartén calentamos el aceite, pochamos la cebolla y dejamos que se sofría a fuego suave durante cinco minutos.
  4. Secamos la berenjena con papel de cocina y la añadimos a la sartén junto con el calabacín. Dejamos que las verduras se sofrían durante unos 15 minutos.
  5. Añadimos el bote de tomate y las anchoas y sazonamos al gusto. Tapamos y dejamos que cueza durante 30 minutos, destapando los 15 últimos minutos para que el posible jugo del tomate reduzca casi por completo.
  6. Para cocer el trigo seguimos las indicaciones del fabricante. Escurrimos y reservamos.
  7. Precalentamos el horno a 200ºC. En una fuente apta para horno (la mía 20x20 cm) disponemos las verduras en la base, cubrimos con la mitad del queso rallado. Distribuimos el trigo por encima y sobre este los dos huevos batidos y sazonados. El resto del queso rallado lo extendemos sobre los huevos y gratinamos hasta que la superficie se haya dorado.
Receta inspirada en la publicada en la revista BBC Good Food, septiembre de 2012

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Empanadillas de ruibarbo y manzana y #cocinaunasonrisa

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Empanadillas de ruibarbo y manzana_1_pic 

Seguro que muchos de vosotros os entregasteis a la lectura de las aventuras de Los Cinco cuando erais unos niños. Los tres hermanos Ana, Julian y Dick, junto a su prima Jorgina, acompañada de su perro Tim, se entregaban a mil y una aventuras y misterios que finalmente siempre acababan resolviendo victoriosamente. De todos ellos, y no me preguntéis por qué, mi favorito era Julian. Quizás por la forma tan favorecedora con la que el ilustrador de los libros de estos muchachos aquí en España, José Correas,  le retrataba. Me leí todos los libros que se publicaron en España y de todos ellos tengo en casa una cantidad bastante considerable de la colección. Sus historias fueron las que realmente despertaron mi afición por la lectura. Sus historias lograban transportarme a las cuevas en las que se adentraban, a las torres a las que subían, a los escondites desde los que vigilaban a los maleantes, a estar sentados junto a ellos y ser una más en sus conversaciones, y era hasta capaz de relamerme con las tartas, pasteles y galletas que la tía Josefa hacía para ellos. De todas aquellas delicias recuerdo las galletas de jenjibre y el pastel de ruibarbo. Nunca sentí interés por saber ni qué era el jenjibre ni qué era el ruibarbo, pero esos nombres quedaron grabados en mi memoria como una marca de fuego.

Las aventuras de Los Cinco me hicieron sentir muchos momentos felices, de esos que te dibujan una sonrisa.

Empanadillas de ruibarbo y manzana_collage

Unos cuantos años después, pero solo unos cuantos, por fin pude comprobar lo que era el jenjibre y el uso que se le puede dar. Y tiempo más tarde descubrí lo que era el ruibarbo. Me pareció una hortaliza, porque es lo que es, de un color realmente atractivo. Pero sabía que en España era muy difícil de conseguir y a un precio bastante desorbitado.

Cuando a principios de año comenzó a perfilarse el que iba a ser el destino de nuestras vacaciones de este verano, Escocia, mi mente comenzó a tomar nota de productos que me iba a traer de allí, y uno de ellos, ¡cómo no!, iba a ser el ruibarbo.

Poco antes de que emprender ese viaje vi un vídeo de de una de las series televisivas de cocina de Jamie Oliver y en la que ahonda en los orígenes de la gastronomía británica. Y curiosamente explicó que el ruibarbo, de uso muy extendido en todo el Reino Unido, es de origen chino.

Y de vuelta de nuestras vacaciones en Escocia, como podéis imaginar, en la maleta vino un paquete de ruibarbo, entre otras tantas cosas ... :) Estas vacaciones se han convertido en una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Siempre, siempre he sentido mucha atracción por todo lo británico, y no en vano, mi sello profesional deja cierta constancia de ello. Y los diez días que disfrutamos de aquel país fueron de enorme dicha por poder disfrutar de la belleza de sus paisajes, de la generosidad y hospitalidad de su gente, de la lengua inglesa, y sorpresivamente, de su gastronomía.

Hay muchos momentos y experiencias en la vida que nos hacen felices y nos sacan una sonrisa, y sin duda, compartir buena mesa es uno de esos momentos.

Con esta receta, y mil sonrisas, participo en el concurso #cocinaunasonrisa que ha organizado ManuCatman para celebrar su tercer aniversario en la blogosfera, y con quien deseo seguir compartiendo muchas sonrisas y muchas recetas :))

Yo comparto contigo mi receta y mi sonrisa. ¿Y tú?


Empanadillas de ruibarbo y manzana_b


Ingredientes

Para el relleno
  • 175 gramos de ruibarbo 
  • 150 gramos de manzana - una manzana pequeña
  • 85 gramos de azúcar blanquilla
  • Un chorrito de agua
  • 1/2 cdta de zumo de limón
  • 1/4 cdta de ralladura de limón
  • 1/4 cdta de canela en polvo
  • Una pizca de sal
Para la masa quebrada
  • 200 gramos de harina de todo uso
  • 1/2 cdta de levadura química
  • 1/2 cda de azúcar
  • 1 pellizco de sal
  • 100 gramos de mantequilla fría
  • 50 gramos de agua muy fría
Además ...
  • Un huevo batido para barnizar la masa
  • 1 cda de azúcar blanquilla para espolvorear sobre las empanadillas
Elaboración

Del relleno
  1. Del ruibarbo venden, normalmente, solo los tallos porque las hojas son venenosas. Así que lavamos y secamos los tallos y los cortamos en forma de monedas de medio centímetro de grosor.
  2. Pelamos la manzana, la despepitamos y la cortamos en daditos pequeños.
  3. En un cazo ponemos las frutas junto con el azúcar y el chorrito de agua. Notaremos que pronto el ruibarbo comienza a desprender su jugo. Lo llevamos a ebullición y una vez alcanzado, bajamos la potencia del fuego y cocemos las frutas destapadas hasta que estén blandas, unos 25 minutos. Debe haberse reducido el jugo prácticamente por completo.
  4. Antes de apagar el fuego añadimos el zumo de limón, la ralladura y la canela. Removemos y retiramos a un recipiente para que se enfríe.
De la masa quebrada
  1. Con la thermomix 31, ponemos en el vaso la harina, la levadura, la sal, el azúcar y la mantequilla. Mezclamos todo durante 10 segundos a velocidad 6. Añadimos el agua y mezclamos otros 15 segundos más a velocidad 6. Volcamos sobre una superficie, amasamos lo justo y necesario para darle forma de bola, la envolvemos en film transparente y refrigeramos entre 30 y 60 minutos, dependiendo de la temperatura de la estancia. También podemos meterla en el congelador durante media hora. Es muy, muy importante que la masa esté muy fría para poder manipularla bien y que no se resquebraje al trabajarla.
  2. Siguiendo el método tradicional, en un recipiente ponemos todos los ingredientes secos y los amasamos hasta conseguir una masa de aspecto granulado. Añadimos el agua y amasamos hasta que se haya incorporado con todos los ingredientes. Le damos forma de bola y refrigeramos entre 30 y 60 minutos, dependiendo de la temperatura de la estancia. También podemos meterla en el congelador durante media hora. Es muy, muy importante que la masa esté muy fría para poder manipularla bien y que no se resquebraje al trabajarla.
Formado de las empanadillas
  1. Dividimos la masa en seis porciones de 60 gramos cada una y mantenemos el resto dentro de la nevera.
  2. Cortamos dos trozos de film transparente. Damos forma de bola a cada porción, la dividimos en dos, le damos forma de bola de nuevo a cada mitad y extendemos una de ellas entre los dos trozos de film con un rodillo dándole forma de círculo de unos 9 centímetros de diámetro. Reservamos sobre otro trozo de film transparente y ponemos sobre ella una parte del relleno que habíamos reservado. Cogemos la otra mitad de la bola y la estiramos también, pero esta vez de un tamaño un poco más grande porque servirá de tapa de la anterior. Colocamos la tapa encima, la sellamos bien todo alrededor y nos valemos de un tenedor o lo que nos parezca para ello. 
  3. Colocamos la empanadilla sobre una bandeja de horno protegida con papel vegetal y con la punta de una navaja le practicamos unos pequeños cortes que servirán de respiradero. En mi caso los hice en forma de cruz, pero sin que coincidieran los ejes.
  4. Proseguimos de la misma manera con las cinco porciones de masa restantes.
  5. Calentamos el horno a 180ºC. Barnizamos las empanadillas con un huevo batido, espolvoreamos el azúcar sobre ellas y horneamos unos 25 minutos o hasta que queden ligeramente doraditas.
¡Y listas para disfrutar con una o mil sonrisas!

Para la elaboración del relleno me valí de diversas recetas, y la masa quebrada podéis encontrarla en una receta anterior: aquí

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Orecchiette con espárragos y atún al limón

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Orecchiette_3_pic

Volvemos de las vacaciones y nos encarrilamos cogiendo de nuevo las riendas del reto mensual que nos traemos Carmen y yo todos los días once de cada mes. ¿A que más de uno y de una lo estabais esperando? :)

Este mes le toca a los orecchiette, una pasta de forma cóncava y graciosa. Ya el propio nombre que tienen lo es, pues significa "orejitas". No se elabora con trigo, sino con sémola, contando con otros dos ingredientes imprescindibles: agua y sal. Y de su mezcla se obtiene una pasta que en la masticada no tiene nada que ver con la clásica pasta de trigo duro. Me resulta difícil describirla, pues queda tersa pero tierna, y no se rompe con facilidad, al contrario que otros tipos de pasta elaboradas a base de harina de trigo. Nos ha gustado mucho su resultado, y si además la acompañamos de ingredientes como los espárragos y el atún, hacen que este plato sea único y completo, lo cual me encanta. Para aderezar la mezcla elegí zumo de limón y menta, lo cual va genial con el pescado y con las verduras. Y aproveché el mismo agua de la cocción de la pasta, pues según he leído ayuda a que los sabores se impregnen con más facilidad en la pasta. 

Estuve tentada de hacerlos manualmente porque no son nada difíciles de elaborar y puedes pasar un rato bien entretenida, pero la desidia que me ha acompañado durante las vacaciones ha podido conmigo sin remedio.

Orecchiette_4 

Ingredientes (Para 4 personas)
  • 300 gramos de orecchiette
  • Un manojo de espárragos verdes
  • 400 gramos de atún fresco en dados de dos centímetros de grosor
  • 3 cdas de menta fresca
  • 2 cdta de ralladura de limón
  • Zumo de medio limón colado
  • 2 cdas de aceite de oliva + extra para saltear
  • 1/2 vaso del agua de la cocción de la pasta
  • Sal 
  • Pimienta
Elaboración
  1. Una hora antes de comenzar con la receta, lavamos y picamos las hojas de menta muy finamente y las ponemos en un recipiente amplio junto con la ralladura de limón y las dos cucharadas de aceite. Mezclamos bien, añadimos los dados de atún, salpimentamos al gusto y removemos. Tapamos con film transparente y refrigeramos.
  2. En una cazuela amplia ponemos a cocer agua con sal y cuando llegue a ebullición incorporamos la pasta y la cocemos siguiendo las instrucciones del fabricante.
  3. Proseguimos con los espárragos y les cortamos los extremos más leñosos, los lavamos y los cortamos en trozos. Para ello igualamos las puntas y las cortamos todas del mismo tamaño -unos cuatro centímetros - y el tallo lo cortamos en trozos un poco más pequeños. Ponemos una cucharada de aceite a calentar en una sartén y salteamos los espárragos a fuego medio-fuerte durante unos cinco minutos y removiendo con frecuencia. Retiramos de la sartén a un plato y salamos.
  4. En la misma sartén salteamos los dados de atún durante un minuto y les damos la vuelta, siempre procurando tener cuidado para que no se desmenucen. Es recomendable darles la vuelta con unas tenazas de cocina de uno en uno. Retiramos de la sartén al plato con los espárragos.
  5. En la misma sartén vertemos los orecchiette, el medio vaso de agua de su cocción, el medio vaso de zumo de limón y removemos a fuego muy fuerte. Cuando el caldo esté casi absorbido, añadimos los espárragos y el atún.
  6. Servimos decorando el plato con unas hojas de menta fresca y ralladura de limón, ¡y listo!
Ahora no te olvides de visitar el blog de Carmen. ¿Qué se le habrá ocurrido a su cabecita maquinar con los orecchiette? Seguro que no tiene desperdicio. Vamos a verlo aquí.


Orecchiette_collage

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Scottish shortbread { II } { vuelta de vacaciones }

{ 66 Comentarios }

Scottish shortbread_1

¡Hola a todos! ¡Ya estamos de vuelta! Después de algo más de un mes de desconexión bloguera, volvemos a hacer acto de presencia tras unas merecidas y queridas vacaciones. 

Este año nuestro destino ha sido un país que ansiábamos visitar desde hace mucho tiempo. Países, ciudades, parajes, paisajes hay cientos en el mundo, a cual más bello, carismático e interesante. Pero las espectativas que teníamos depositadas en Escocia, nuestro destino de vacaciones, han vuelto engrandecidas con creces. Si pueblos guerreros y violentos como los pictos, los jutos, los sajones, los escotos y los romanos pelearon por hacerse con el control de este país hace más de dos mil años no podía ser un mero antojo. Seguro que todos ellos, aparte de moverse con ansias de poder, vieron en las tierras escocesas vida y muchísima belleza. Y lo magnífico es que esa belleza se ha mantenido intacta desde hace siglos. Escocia mantiene su estado de naturaleza puro y es impresionante. 


1. Castillo de Dunnotar, en Aberdeen      2. Castillo de Duvengan, en la isla de Skye      3. Castillo de Urqhuart con vistas al Lago Ness, Inverness
Diez días son testigos de un recorrido por el país que comenzó y terminó en su capital, Edimburgo, una ciudad sorpresivamente grande, como no me la esperaba, bulliciosa y misteriosa. Fue construida sobre un volcán, y bajo ella yacen cientos de personas que fueron enterradas con motivo de las pestes que azotaron la ciudad. Esto ha hecho que actualmente existan rutas turísticas que desvelan lo que la ciudad esconde bajo sus calles, y la veneración que sus ciudadanos sienten hacia sus difuntos, habiendo convertido el cementerio en un lugar de recogimiento para la lectura y la meditación. Sorprendente, ¿no?

1. Fachada de unos de los B&B en los que nos alojamos y que fue la esplendorosa residencia de uno de los médicos de la reina Victoria I de Inglaterra, en Ballater, cerca del castillo de Balmoral       2. Neist Point, con su faro y unas vistas espectaculares. Isla de Skye

Pero lo más bonito de Escocia no son las ciudades, bajo mi punto de vista. Las ciudades inglesas son muy grises: tejados negros, fachadas grises, pavimentos y calles grises de las que destacan el verdor de los árboles y de la hierba de los parques. Y si a eso le sumamos los días grises, el panorama no pinta nada atractivo. Lo más bonito de Escocia es su naturaleza.

En diez días recorrimos en coche gran parte del país, e incluso llegamos a coger un ferry para llegar a la isla de Skye, una isla bella como ella sola lo es, con lagos, montañas y acantilados que te quitan la respiración. El que hayamos diseñado nosotros mismos nuestro viaje nos ha dado la libertad de ir a nuestro aire y parar donde nos apeteciera. A pesar de tener un recorrido diario marcado, era imposible no estacionar el coche en el momento que veíamos algún paraje del que había que dejar constancia gráfica en una fotografía. Todo, todo, todo era digno de ser fotografiado.

1. Monumento Glenfinnan en honor a los Jacobitas frente al lago Sheil       2. Vista desde el Lago Achray    
 3. Ben Lawers con una de sus habitantes más usuales

En nuestro recorrido no podían faltar los castillos. Habrá cientos de ellos. Unos abandonados, otros inaccesibles, otros conservados en perfecto estado, pero todos de enorme interés. Todos ellos esconden un no-sé-qué que les hace peculiares, incluso aquellos de los que solo quedan muros, pero muros que podrían contar grandes historias. 

Muchos sabréis que en el Reino Unido se conduce por la izquierda, lo cual entraña una cierta inseguridad hasta que te acostumbras. No me preguntéis a mi, porque no fui yo quien se dedicó a este cometido. Pero una de las cosas que me ha llamado la atención es la forma en la que están distribuidos los carriles para entrar en las glorietas y moverse dentro de ellas; mucho mejor organizados que aquí, en España, y no estaría nada mal que les copiáramos el modelo ;) Eso sí, las autovías brillan por su escasa presencia y abundan carreteras que para nosotros serían comarcales.

1. La fortaleza Fort George, en Inverness, sede de formación del ejército de los Highlanders    
2. Interior de la cocina del castillo de Crowdor, Inverness
Los diez días de recorrido tuvieron sus respectivas noches y a excepción de alguna, casi todas nos alojamos en distintos B&B's (Bed & Breakfasts). No puedo hacer una valoración negativa de ninguno de ellos. Los escoceses son gente acogedora, sencilla, simple, llana, a pesar de haber sido muy guerreros siempre. Se dice que también son tacaños, y grandes guardianes de sus costumbres y tradiciones. No en vano, el tan famoso kilt, la falda plisada que visten los hombres, es un atuendo de gala que muchos visten incluso para ir a un partido de fútbol, algo de lo que fuimos testigos. Pero también puede ser el traje de un novio, el uniforme militar del ejército de los Highlanders (a quienes idolatran) y el de batalla para competir en los archi conocidos juegos de las Highlands. Ese kilt está elaborado de un tejido a cuadros que llaman tartan, y que identifica a diferentes clanes. La antigua, antiquísima sociedad escocesa se organizaba por clanes y cada uno vestía su propio tartan, con cuadros de colores distintivos. Así que sí, fuimos testigos de ver que los hombres vestían kilt, pero no tanto como para comprobar si es cierto lo que se dice por ahí de que debajo ... ¡no llevan nada! ;))

Castillo Eilean Donan, en el que se grabó la película Los Inmortales

1. Entrada      2. Fotografía junto a uno de los guías, vistiendo el típico kilt escocés     3. Vista interior de la cocina

No puedo escribir líneas y líneas de nuestra experiencia en Escocia sin tocar el tema gastronómico. ¡Imposible!, porque esa ha sido una experiencia de lo más sorpresiva. Siendo estudiante viví en Irlanda, en Inglaterra y en Gales, pero mis experiencias gastronómicas no fueron nada positivas. Claro, que yo entonces era estudiante, y no me interesaba este tema nada más que para llenar el buche. Puedo decir que no ha habido ni un solo restaurante al que hayamos entrado en el que no hayamos comido bien. En todos, sin excepción, hemos salido con el estómago reventado. La gastronomía escocesa puede presumir de buena caza, buen marisco, pescado, carne y queso. 

1. Frente a la destilería de whisky Glenfiddich       2. Detalle del retrete de cerámica decorada en el tren en el que viajó por última vez al castillo de Barlmora la reina Victoria I de Inglaterra

Dos son las insignias gastronómicas más representativas de Escocia: el whisky y el shortbread. Destilerías de whisky hay muchas, muchísimas. Nosotros pudimos recorrer las de la marca Glenfiddich y disfrutamos mucho de la experiencia, tanto que hasta no sé ni cómo me atreví a tomar tres tipos diferentes de whisky siendo las 11 de la mañana. Serían los vapores que se respiraban nada más salir del coche, je je je. Y sobre el shortbread ... ¡qué deciros! Me encantan las galletas de mantequilla y me hubiera encantado poder entrar en una de las fábricas en las que se elaboran, pero no pudo ser por razones de higiene. Aún así, los caseros de cada uno de los B&B's en los que nos alojamos se encargaron de darnos buena cuenta de lo buenas que son estas galletas agasajándonos cada mañana con una ración de shortbread junto a la hervidora que había en cada una de las habitaciones. Hay muchos tipos de shortbread, según me explicó Michelle, la casera de uno de estos alojamientos. Y nos gustó tanto, tanto su receta casera que no pude privarme de pedirle la receta, esta que os traigo hoy. 

1, 2 y 3.  Panorámicas espectaculares desde un castillo en ruinas: Kilchurn. Lago Awe, en Agyll and Bute


En mi repertorio de recetas ya cuento con una de shortbread que podéis ver aquí. Pero esta le gana. Y le gana por su textura suave y que se deshace en la boca, fruto de ser elaborada con harina de maíz y azúcar glas. 

Y con la receta os dejo ...

Scottish shortbread_2 
  
Ingredientes (Para unas 38 galletas)
  • 140 gramos de mantequilla sin sal fría
  • 125 gramos de azúcar glas
  • 250 gramos de harina de trigo de todo uso
  • 125 gramos de harina de maíz (Maizena)
  • Una pizca de sal
  • 3-5 cucharadas de agua
  • Azúcar del tipo caster para espolvorear
Elaboración
  1. En un recipiente, o robot de cocina, batimos la mantequilla y el azúcar hasta que se forme una masa blanquecina.
  2. Añadimos las harinas y la pizca de sal y amasamos.
  3. La textura de la masa quedará seca y nada compacta. Pero se soluciona añadiendo tres cucharadas de agua y seguimos mezclando hasta conseguir una masa totalmente compacta. Si la masa siguiera quedando seca, añadimos alguna cucharada más de agua, según vayamos viendo que la necesita. 
  4. Dejamos reposar la masa durante media hora en un recipiente tapado.
  5. Precalentamos el horno a 150º, con calor superior e inferior,  y preparamos dos bandejas de horno forradas con papel vegetal.
  6. Dividimos la masa en dos, amasando cada una de ellas de nuevo dándole forma final de bola. Las extendemos con un rodillo entre dos láminas de papel vegetal hasta lograr un grosor de medio centímetro.
  7. Con un cortapastas de forma circular y 5,5 centímetros de diámetro cortamos la masa. Colocamos las galletas sobre cada bandeja y para darles forma decorativa empleamos las púas de un tenedor, primero en una posición y luego en la otra, tal y como veis en las fotografías, y horneamos a media altura entre 15 y 20 minutos. Deben quedar un poquito blandas al tacto. Espolvorear con azúcar caster. Dejamos reposar un par de minutos y retiramos a una rejilla, donde se enfriarán por completo.
Notas
  • La receta original no llevaba agua, pero yo tuve que añadírsela porque la masa era excesivamente seca. No sé si sería un olvido por parte de la casera de anotarlo, o quizás que en Escocia, por la humedad ambiental, no sea necesario. Pero sí lo fue en mi caso.
  • La masa, a pesar de llevar mantequilla, no se ablanda con el amasado y se trabaja muy bien. 
  • No es necesario dejar más de un centímetro de separación en la bandeja antes de hornear entre cada galleta porque no se expanden con el calor
  • El azúcar tipo caster no se comercializa en España. Es un tipo de azúcar con una textura intermedia entre el azúcar blanquilla y el azúcar glas, pero en su defecto, utilizad azúcar blanquilla. Obviamente, aproveché mi viaje para agenciarme un paquetito, al igual que otras lindezas para el estómago :))
Espero que hayáis disfrutado con la lectura de nuestras andanzas y que hayáis llegado con aire para seguir leyendo la receta.






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