Croquetas de gallina { Homenaje Tía Alia }

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Querida Tía Alia,

Ya te fuiste. La vida te había cansado tanto que con 93 años decidiste que iba siendo hora de hacer tu alma volar y tu corazón dejar descansar entre tus seres queridos.

Permíteme que me presente, y de paso, si no te incomoda, que te tutee. Ya que me dirijo a ti como "querida", te preguntarás quién es esta persona que muestra apreciarte sin conocerte. Y es que aunque no eres mi tía de sangre, sí lo eres gastronómicamente. Soy una de esas locas por la cocina de las que en alguna ocasión te habrá hablado Carmen, o Mamen, que es como la conoce la familia. Sí, tu sobrina. Esa a quien legaste un pequeño y delicado librito de recetas que guarda entre dos tapas de madera hechas por ti, las recetas que han hecho disfrutar a muchos estómagos de tus allegados. 

Mamen utilizó ese recetario para retarnos a jugar en la cocina. ¡Y menudo juego! Indagar, ensayar, experimentar, comprobar, fallar, acertar ... este juego lo tenía todo en cuanto a retador. La cocina de tus tiempos jóvenes traída al siglo XXI. Pero lo mejor de todo: ¡cocinar! El tiempo pasa, y condiciona. Pero la buena cocina sigue siendo tan apreciada hoy como lo era ayer. ¡Y lo será siempre! 

No puedo no incluir unas palabras de agradecimiento en este pequeño mensaje.  Gracias por legar tu recetario a Mamen, quien pensó abrir un blog para cocinar tus recetas y compartirlas con sus lectores. ¿Que qué es un blog? Estoy segura de que Mamen ya te lo explicaría como ella muy bien lo sabe hacer. Un blog es como un álbum que todo el mundo puede ver desde su ordenador, e incluso desde el móvil. ¿Un móvil? ¿Que qué es un móvil? Ay, creo que te voy a empezar a marear con palabras que parecen que vienen de otro planeta, así que mejor lo dejamos y te dejo tranquiliza. 

Pero antes de marcharme, te tengo que contar lo que este grupo de locas por la cocina han hecho hoy por ti. Te hemos hecho los honores de la mejor forma que lo podíamos hacer: cocinando. De tu espléndido y variado recetario he escogido unas Croquetas de gallina. Quería unirme a este homenaje con una receta de lo más clásica y que al elaborarla, hace que me sienta totalmente identificada con una señora que bien podrías ser tú, por eso de ser una de esas elaboraciones tan tradicionales y de la que siempre que preguntas a alguien cómo hacerla, te responden que la harina va a ojo; la leche, a ojo; el relleno, a ojo también; ¿y cuando está la masa hecha? Se ve. Simple y llanamente. Y es que es cómo hoy en día yo también explicaría cómo hacer croquetas. Tengo que confesarte que he sido benévola con mis lectores, los de mi "álbum", y me he aplicado tomando nota de las cantidades exactas.

Tía Alia, nuestra tia Alia, allá donde estés, recibe nuestras señas de la buena cocina que a muchos nos has dejado con tu joya culinaria.

Y ahora sí, Tía Alia. Ahora te dejo descansar.

Fdo. Yolanda


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Ingredientes
  • Media pechuga de gallina de corral
  • Una cebolla pequeña
  • Una zanahoria
  • Una hoja de laurel
  • Unos granos de pimienta negra
  • 25 gr. de jamón picado finamente
  • 1 huevo cocido
  • 1 cda. de aceite de oliva
  • 35 gr. de mantequilla sin sal
  • 50 gr. de harina de trigo
  • 200 ml. de leche 
  • 250 ml. de caldo de gallina
  • Sal
  • Pimienta
  • Nuez moscada
  • Para el rebozado:
    • Un huevo batido
    • Pan rallado
Elaboración
  1. Lavamos la media pechuga de gallina y la ponemos a cocer en agua que la cubra con la cebolla, la zanahoria, la hoja de laurel y unos granos de pimienta negra. Sazonamos con sal. Llevamos a ebullición, y la cocemos entre quince y veinte minutos, dependiendo del tamaño de la media pechuga. Retiramos del caldo, que reservaremos, y la dejamos enfriar. 
  2. En un cazo pequeño ponemos el huevo, lo cubrimos con agua y lo llevamos a ebullición. Cuando el agua comience a hervir, apagamos el fuego y cubrimos el cazo con su tapadera. Dejamos que se cueza el huevo en el calor residual durante veinte minutos. Refrescamos el huevo echando agua del grifo directamente. Le damos unos golpecitos en los extremos, lo hacemos rodar para romper la cáscara y lo pelamos dentro del agua. Una vez frío, picamos el huevo muy finamente y lo reservamos.
  3. Picamos la pechuga en trozos muy pequeñitos con unas tijeras y la reservamos.
  4. En una sartén ponemos la cucharada de aceite y la mantequilla a derretir. Incorporamos la pechuga de gallina y el jamón, y calentamos. 
  5. Añadimos la harina, removemos para que se dore un poquito, y vertemos el caldo y la leche, y por último, el huevo cocido picadito. Sazonamos con sal, pimienta y nuez moscada al gusto, removemos y dejamos espesar la farsa hasta que la masa se vaya despegando de las paredes de la sartén. Retiramos a una fuente y la tapamos inmediatamente con film transparente para que no se forme una capa seca a medida que se vaya enfriando. Una vez fría del todo, la guardamos en la nevera hasta el momento de formar las croquetas.
  6. Para moldear las croquetas, preparamos el huevo batido y un plato con pan rallado abundante. Con una cuchara vamos cogiendo porciones de masa y las moldeamos dándoles la típica forma alargada de croqueta. La pasamos por huevo y a continuación por pan rallado y las reservamos en un plato.
  7. Para freírlas, ponemos a calentar dos dedos de aceite en una sartén honda, y cuando el aceite llegue a unos 175ºC, comenzamos a freírlas en tandas de cuatro o cinco croquetas. Si no tienes termómetro, te puedes ayudar de un palo de brocheta. La temperatura del aceite estará en su punto si al sumergir la brocheta, las burbujas que se forman alrededor son rápidas y grandes. Para que doren uniformemente, es importante darles la vuelta con frecuencia, y así también evitaremos que se abran. 
  8. Retiramos a un plato con papel de cocina para que escurran el exceso de aceite. 

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Bola de queso con nueces

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"Aperitivear", esa palabra no registrada por la Real Academia de la Lengua Española y que muchos de nosotros usamos, de la misma manera que lo hacemos con "cervecear" o "cafetear", que sufren la misma desdicha que "aperitivear".

Si ya en su momento, y no hace mucho de esto, la RAE decidió dar por válido el uso de almóndiga, toballa, setiembre, otubre, madalena y moniato entre otros términos, y que sinceramente, me siguen haciendo un daño atroz a la vista cuando las veo escritas, ¿qué de malo habría en registrar como aceptados los términos aperitivear, cervecear y cafetear? Con lo bien que sientan, ¿verdad?

Tomar un aperitivo no es ya solo una excusa que puede ajustar un encuentro entre amigos o familiares antes de una comida. En mi caso, y seguro que no soy la única, se convierte en el elemento que completa una comida que por sí sola podría parecer insuficiente. 

La Bola de queso con nueces que hoy os presento formó parte de mi mesa aprovechando una reunión familiar, y os puedo asegurar que encantó y que desapareció de una atacada. Y a ti, que me estás leyendo, sin aún haberla probado, vas a ver lo que te va a gustar cuando veas lo fácil que es de hacerla. Además, admite una variedad infinita de ingredientes con la que elaborarla. Tan solo hace falta que hagas trabajar a tu imaginación según los gustos de tus comensales. 

¿Vamos?

Ingredientes
  • 175 gr. de queso crema (tipo Philadelphia)
  • 50 gr. de queso de cabra sin corteza
  • 2 cdas. de cebollino picado muy finamente
  • 65 gr. de nueces picadas en trozos pequeños
  • 5 lonchas de bacon
  • 2 cdtas. de salsa Worcester
  • 20 gr. de arándanos deshidratados picados finamente
  • Galletitas saladas para acompañar
Elaboración
  1. Cortamos las lonchas de bacon en tiras de medio centímetro de grosor y las freímos en una plancha sin nada de aceite y hasta que queden crujientes. Retiramos a un plato con papel de cocina para que absorba la grasa y reservamos. 
  2. En un recipiente aparte, mezclamos la mitad del cebollino, la mitad de los arándanos, la mitad de las nueces y la mitad de las tiras de bacon fritas. Reservamos.
  3. En otro recipiente aparte, mezclamos los dos tipos de queso con la otra mitad de cebollino, de las nueces, de las tiras de bacon fritas, los arándanos y la cucharada de salsa Worcester.
  4. En una taza amplia, ponemos un trozo de film transparente y colocamos en su interior el queso. Juntamos los extremos de film y cerramos enrollando los extremos y presionando para darle forma de bola. Reservamos en la nevera hasta el momento de servir.
  5. Desenvolvemos la bola, la rebozamos en la mezcla de cebollino, de nueces y de tiras de bacon que habíamos reservado, asegurándonos de que la bola de queso queda totalmente cubierta por la mezcla.
  6. Para servir, acompañamos el queso con unas galletitas saladas. 
Inspirado en I heart nap time.


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Bocadillo Banh Mi con hamburguesitas de pollo

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¡Atención, atención!

Siéntense, abróchense los cinturones, agárrense al asiento, porque el avión en el que que despega este mes el reto de Bake the World nos lleva a las lejanas y exóticas tierras vietnamitas.

Cuando digo que Vietnam es un país un tanto exótico, no lo digo en balde, pues la creencia popular  apoya la explicación de la formación Vietnam a raíz de dos seres celestiales: Dragón y Hada. Y la creencia popular habla de los 100 hijos que el matrimonio tuvo como los fundadores de una ciudadela a partir de la cual se desarrolló lo que hoy en día conocemos mundialmente como Vietnam.

Un país con un aura cultural tan fantasioso, no podía menos que atraer las ansias de conquista de muchos países a lo largo y ancho del globo terráqueo. Pero tranquilos, que mi introducción de hoy no pretende ser una lección de Historia, así que lo dejo ahí, y si en alguno de vosotros he despertado interés por saber un poco más sobre la cultura de este país, os invito a pasearos por Google, fuente de información que lo sabe todo.

Para ir abriendo ganas, nada mejor que sea el apetito el que se despierte. El pan que Bake the World nos propuso para este mes de noviembre se llama Banh Mi, que es también conocido por su apellido: baguette vietnamita (vietnamese baguette). Su occidentalizado nombre es debido a la herencia que los franceses dejaron en el país, e imagino que tomó ese nombre porque emula la técnica de amasado de una típica baguette francesa. El Banh Mi se ha convertido en el pan más popular del país por lo versátil que resulta a la hora de convertirlo en bocadillo. Lo más típico es rellanarlo con carne de cerdo fría, verduras encurtidas y paté.

Sin embargo, para mi propuesta como bocadillo con el pan Banh Mi, he pretendido huir de los estereotipos y he intentado que los ingredientes que he empleado supongan una combinación de sabores de ingredientes que de alguna manera nos transporten a tierras lejanas, vietnamitas o no. El relleno está compuesto por unas mini hamburguesas de pollo con cilantro y citronela, acompañadas de cebolla encurtida, unas hojas de espinacas baby y el toque picante ha corrido a cargo de una mayonesa con harissa. Y para mi, no puede haber bocadillo sin queso. ¿Os lo imagináis con halloumi? Yo no me lo imagino; os lo cuento, porque lo hemos disfrutado como enanos por lo mucho que nos ha gustado.

Y con la receta que os presento, participo en el concurso de Recetas de Bocatas que organiza Recetags en colaboración con El Amasadero. Los premios son toda una golosina para todo enamorado del mundo del pan :D

¿Y cómo lo he hecho?

Ya, ya mismito os lo cuento ;)

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Ingredientes (Para tres panes individuales y su relleno)

Para los Banh Mi

  • 190 gr de harina de trigo de todo uso
  • 135 ml de agua templada
  • 10 gr de levadura fresca de panadero
  • 60 gr de masa madre
  • 1 cdta de sal
  • 1 cdta de azúcar
Para el relleno

Para las hamburguesitas de pollo
  • 300 gr de pechuga de pollo picada
  • 1/2 cdta de jenjibre en polvo
  • 1 cdta de citronela en polvo
  • 1 cda de cilantro fresco lavado y picado
  • 1 cda de salsa de soja
  • 1 cda de aceite de sésamo
  • Sal (con moderación
Para la cebolla encurtida
  • Una cebolla morada pequeña
  • 2 cdas de vinagre de Jerez
  • 2 cdas de azúcar
Para la mayonesa picante
  • Mayonesa (al gusto
  • Harissa (al gusto)
Además
  • Espinacas baby
  • 200 gr de queso Halloumi
  • Aceite de oliva
Elaboración

De los panecillos Banh Mi
  1. En un vaso desleímos la levadura y poquito del agua que vamos a emplear. 
  2. En un cuenco, ponemos la harina, el agua y la levadura y mezclamos. Incorporamos la masa madre, el azúcar y la sal, y mezclamos con una rasqueta de panadero o con una cuchara de palo. Quedará una masa un poco pegajosa. La guardamos en el mismo recipiente y la dejamos reposar quince minutos. Transcurrido ese tiempo, estiramos ligeramente los extremos y los plegamos como si cerráramos un sobre. Dejamos reposar de nuevo quince minutos, y repetimos la misma operación. Engrasamos ligeramente el recipiente, guardamos la masa y la dejamos dormir toda la noche en la nevera hasta el día siguiente. 
  3. A la mañana siguiente, sacamos la masa y la dejamos atemperar durante dos horas. La sacamos del recipiente y la desgasificamos. Dividimos la masa en tres porciones de más o menos el mismo peso y con las yemas de los dedos hacemos como que las abrimos justo por la marca del corte. Este gesto sería similar al que hacemos cuando damos la vuelta a unos calcetines. Boleamos hasta que quede una superficie homogénea y dejamos descansar sobre una superficie enharinada unos diez minutos. 
  4. A continuación, aplanamos cada bola hasta dejar un grosor de medio centímetro. Enrollamos la masa dándole forma de cilindro para formar unas barritas, y justo donde termina, pellizcamos la masa con las yemas de los dedos índice y pulgar para sellar la masa. La hacemos girar sobre sí misma, procurando que los extremos queden más finos y en forma de punta, mientras que el centro queda más gordito. 
  5. Reservamos en una bandeja con papel vegetal hasta doblar su volumen. 
  6. Precalentamos el horno a 230ºC, y en la base, ponemos un cuenco con agua para crear vapor. Justo antes de meter las barritas en el horno, les damos unos cortes firmes con una cuchilla o con un cuchillo muy bien afilado. Pulverizamos la superficie de las barritas con agua. 
  7. Cocemos los panes durante 8 minutos. Transcurrido este tiempo, les damos la vuelta y los pulverizamos de nuevo con agua, entre 10 y 12 minutos más, o hasta que la superficie esté dorada y el pan suene a hueco en su interior. 
  8. Retiramos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla.
De las hamburguesitas de pollo
  1. En un recipiente mezclamos todos los ingredientes de las hamburguesitas, tapamos con film, y dejamos reposar en la nevera durante una hora.
  2. En un cuenco, mezclamos la cebolla picada en juliana con el vinagre y el azúcar. Mezclamos bien y dejamos macerar el mismo tiempo que la carne. 
  3. En otro cuenco pequeño, mezclamos mayonesa y harissa en proporciones que se ajusten a nuestro gusto, teniendo en cuenta que la harissa es un condimento muy picante. 
  4. Transcurrido el tiempo de reposo de la carne, nos humedecemos las manos, formamos hamburguesitas y las planchamos. 
  5. Cortamos el queso halloumi en lonchas y las planchamos.
Montaje
  1. Cortamos las barritas de pan, las untamos con mayonesa por ambos lados. 
  2. En la base, montamos una cama de espinacas baby. Encima, la cebolla encurtida, y sobre esta, las hamburguesitas y el queso halloumi.
¡Y a disfrutar! Y sin que falte una buena cerveza bien fresquita.

Visto en Danang Cuisine.


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Bolitas energéticas de cacao y manteca de cacahuete {sin horno}

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Hace unas semanas, lo que en principio parecía una incipiente afonía derivó en una una incómoda laringitis me aisló del mundo laboral y también del mundo social. Mi herramienta de trabajo es la voz. Así que de la misma manera que un cantante tendría que suspender su gira de actuaciones al encontrarse en mi misma situación, ahí me veis a mi, teniendo que suspender mis clases, para alegría de algún que otro alumno, por no hablar de la alegría de alguna que otra persona más allegada a la familia que gozó de las circunstancias por no tener a nadie que les diera la brasa con sus palabrerías, conversaciones, sermones y charlas. ¡Ten familia para esto! Ja ja ja.

Hablar es innato en el ser humano. Supone un acto de expresión que quien no acostumbra a hacerlo de otra manera, hace que termine en tensión y con cierta angustia. No poder hablar cuando se desea y cuanto se desea tiene lo suyo, eh. Y que me perdonen quienes sufren o padecen males mayores y no precisamente pasajeros, como era mi caso, que no es mi intención la de hacerme ver como la mayor de las víctimas de una incomodidad como la de no poder hablar circunstancialmente. Estas palabras no expresan ninguna queja. La intención que tienen es hacer ver cómo un pequeño detalle nos puede hacer cambiar nuestro estado de humor.

Y mira por donde que quien tuvo la culpa de este cambio de humor fue Chocolates Valor. Ese mensajero que llama a tu casa un viernes por la tarde, que llama al portero y que parece que no llega nunca porque puede que se haya equivocado y que lo que iba a ser para ti acabe en manos del vecino incorrecto, se convierte en un sinvivir. Hasta que finalmente ... ¡ding dong! ... ahí está. Es para mi. Sí. Y viene de Chocolates Valor. ¡Qué suerte la mía!

El poder estimulante que tiene el chocolate, pocos otros productos lo tienen. Y a lo que mayormente me estimuló en principio fue para pensar qué receta elaborar con el bote de cacao en polvo sin azúcar que tenía como nuevo inquilino en mi despensa.

Y la solución ... unas Bolitas energéticas de cacao y manteca de cacahuete que se trabajan con la misma facilidad con la que se juega con plastilina y cuya novedad es que no se cuecen en el horno. ¿Te lo puedes creer? Con lo cual, en quince minutos te puedes dar un capricho super reconstituyente que además me vino de perlas en los días posteriores, porque uno de los efectos secundarios de la medicación que me recomendó mi doctora para tratarme la laringitis, traían consigo un considerable cansancio físico.

¿Qué? ¿Deseando saber cómo se elaboran estas Bolitas energéticas de cacao y manteca de cacahuete?

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Ingredientes
  • 80 gr. de copos de avena
  • 60 gr. de coco deshidratado
  • 125 gr. de manteca de cacahuete
  • 115 gr. de miel
  • 30 gr. de cacao puro en polvo sin azúcar Valor
  • 1 cda. de semillas chia
  • 1 cdta. de extracto de vainilla
Elaboración
  1. Mezclar todos los ingredientes en un recipiente amplio o en un robot de cocina. Envolver en un trozo de film transparente moldeando la masa en forma de cilindro. Reservar en la nevera durante una hora.
  2. Sacar la masa de la nevera y cortar pequeñas porciones para formar bolitas de un tamaño un poco más pequeño que el de una nuez.
  3. Conservar en una lata de metal protegida con papel de cocina.
Visto en Gimme some oven


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Budino di Parmigiano Reggiano { Para #ConUnPar }

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Para este mes, las chicas de Con un Par, hemos decidido adaptar los huevos a la forma de un pudding. Seguro que muchos de vosotros identifica el término inglés pudding con el castellano "pudín" o "budín", y no vais mal encaminados, no. Según la RAE, las palabras pudín y budín han pasado a ser versiones castellanizadas del término anglosajón "pudding", y según la información, escueta, que recoge nuestro diccionario, un pudín, o budín, es una preparación dulce elaborada a base de bizcocho o pan deshecho en leche y con azúcar y frutas frescas. Curiosamente, y ahondando en la expresión anglosajona, su origen etimológico nos lleva a un tipo de salchicha que se elaboraba en el siglo XII. ¿Cómo te quedas? :O

Volviendo al tema "pudding", ese en el que el ingrediente principal es el protagonista de nuestro reto y entrada de hoy, la técnica más habitual para elaborarlo es la del baño María.

¿En qué consiste el baño María? Es un método de cocción sencillo según el cual hemos de poner un recipiente pequeño dentro de otro de mayor tamaño con agua, preferiblemente hirviendo, y que empleamos mayormente para cocer flanes, pudines, patés, preparar y calentar conservas, fundir chocolate, entre otros, pues de esta manera se consigue una cocción a una temperatura constante y suave, aunque lo cierto es que también podemos cocer un pudín sin necesidad del baño María, o incluso en el microondas. Pero la textura resultante no llega a ser tan suave. Esta técnica puede emplearse tanto para horno como al fuego.

Es importante que la cantidad de agua en el recipiente de mayor tamaño no llegue nunca al borde del recipiente más pequeño, ya que el agua, al borbotear, salpicará nuestra elaboración, un punto que no nos conviene.

Mi pudín, o budino,  viene teñido de colores italianos, de ahí el nombre. Hace mucho tiempo tuve ocasión de probarlo en un restaurante italiano y desde entonces lo tuve en mente para elaborarlo algún día en casa. Así que llegada la ocasión en nuestro reto Con un Par, ¿cómo no aprovechar la ocasión para ponerme con él?

No creo que haya a quien al menos no le suene el queso Parmigiano Reggiano. Un queso que goza de la etiqueta Denominación de Origen, puesto que se elabora con leche de vaca autóctona de la región de Parma. Un queso con sabor fuerte y envolvente, y particularmente, un tipo de queso que figura entre mis favoritos.

Dicho lo dicho, ¿nos enfundamos el delantal?

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Ingredientes (4p)
  • 2 huevos tamaño "L"
  • 90 gr de queso Parmigiano Reggiano + extra para las flores de queso
  • 250 ml de leche evaporada
  • 1/2 cdta de Maizena
  • Sal
  • Pimienta
  • Nuez moscada
  • Mantequilla para engrasar los moldes
  • Una pera conferencia
  • 1/2 cdta de azúcar moreno
  • Lechugas variadas
  • Vinagreta de frambuesa y mostaza  o cualquier otra reducción de vinagre que os guste
Además
  • Cuatro recipientes individuales para flan o pudin
Elaboración
  1. Reservamos un culín de leche evaporada para diluir en ella la Maizena. En una cazuela pequeña ponemos el resto de la leche evaporada y la sazonamos con sal, pimienta y nuez moscada al gusto, y le añadimos la Maizena diluida. Llevamos a ebullición, y retiramos el cazo del fuego en cuanto rompa a hervir. Dejamos templar hasta que pierda un poquito de temperatura.
  2. Precalentamos el horno a 150ºC e introducimos un recipiente con agua caliente hasta que cubra las tres cuartas partes de su altura para cocer los pudines al baño María.
  3. En un recipiente algo amplio batimos los huevos y añadimos el queso parmigiano regiano. Vertemos sobre esta mezcla la leche evaporada poco a poco y despacio para evitar que con el calor los huevos cuajen. 
  4. Engrasamos los moldes que vayamos a emplear con un poquito de mantequilla. Con la ayuda de un cazo, repartimos la mezcla. Introducimos en la bandeja que estaba precalentándose en el horno, y horneamos entre 30 y 40 minutos.
  5. Mientras tanto, preparamos la ensalada. Pelamos la pera, la cortamos en cuatro cuartos y cortamos en lonchas muy finas, como de dos milímetros de grosor. Engrasamos la base de una plancha con un poquito de mantequilla y distribuímos la pera. Espolvoreamos sobre ella media cucharadita de azúcar moreno. Tras un minuto, volteamos las lonchas de pera para que se doren por el otro lado. Retiramos a un plato. 
  6. Para preparar las flores de queso, sobre un trozo de papel vegetal ponemos una cucharada de queso y la repartimos dando forma de círculo. La cubrimos con otro trozo de papel vegetal y la introducimos en el microondas entre 45 segundos y un minuto. Sacamos el papel del horno y en caliente moldeamos el queso para darle forma de flor.
  7. Para servir, disponemos un pudin en el plato, lo acompañamos de unas lonchas de pera y unas hojas de lechugas variadas. Aliñamos con la vinagreta de frambuesa ... ¡y listo!
Notas y consejos
  • Para saber si el pudín está cocinado por completo, basta con pinchar su interior con una aguja; si sale limpia, es momento de retirarlo del horno. Si no fuera así, lo dejaremos un poco más de tiempo.
  • Si dispones de un termómetro, la temperatura idónea que ha de haber alcanzado el interior del pudín es de 75ºC. 
Y ahora me voy pitando a la cocina de mis amigas. ¿Nos vamos juntos?
¡Nos vemos el 11 de diciembre con una nueva propuesta que va ... de huevos!

Receta vista en Academia Barilla.


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Requesón casero

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Seguro que no me equivoco en decir que todos almacenamos en nuestra memoria muchos recuerdos de infancia. En ocasiones nos llegan como un flash, nos llegan espontáneamente, como un recuerdo que  parece que teníamos olvidado entre otros muchos recuerdos y que de forma casual ... ¡chas!, reaparece. Pero en otras ocasiones, la rutina de ciertas costumbres hacen que esos recuerdos permanezcan de forma perenne entre nosotros, ¡y menos mal! Porque a medida que una se va haciendo mayor, la carga de responsabilidades es tan grande, que parece que el hueco que los recuerdos tiene reservado entre nuestras neuronas, se va achicando más y más. ¿No os pasa?

Hay muchas cosas que no recuerdo de mi infancia, ¡y con lo joven que soy! (ejem, ejem), pero justamente hay un gesto que mi madre hizo cotidiano todos los viernes y que tengo bien guardado. Ella, como muchos de nosotros seguramente, aprovechábamos los viernes para hacer la compra, y así tener la nevera bien surtida para el fin de semana y todos los días posteriores. En su lista de la compra de todos los viernes, el requesón ocupaba una de las líneas. No era nada normal encontrarlo  envasado tal cual lo venden hoy en los lineales de los supermercados. Años atrás, lo vendían a granel en la charcutería y pedías la cantidad que se te antojara o necesitaras. 

Ella llegaba a casa, desenvolvía el requesón, lo depositaba en una fuente, lo aplastaba, lo endulzaba, y lo guardaba en la nevera. A mi me gustaba mucho particularmente con azúcar. Hay quien prefiere miel, pero la encuentro más difícil para repartirse entre el requesón; no lo mismo que la mermelada. 

Podría haber heredado esa costumbre, y comprar requesón todos los viernes, puesto que el requesón es un lácteo que me gusta mucho. Pero sin embargo, no lo hago con la misma regularidad. Y aunque lo adquiero de vez en cuando, no siempre hay en casa. Y justamente, un día, ante la necesidad me vi de tenerlo para elaborar una receta, y antes de bajar al super a comprarlo, me decidí a indagar y a hacerlo en casa.

Una de las mejores cosas que tiene el hacer tu propio requesón en casa, aparte de la satisfacción propia de haber hecho algo artesanal con tus propias manos, es que puedes ajustar el punto de cremosidad a tu gusto. Si lo quieres más cremoso, necesita menos tiempo de reposo; y todo lo contrario si te gusta más sequito. Y te puedo asegurar que una vez que caigas en el acierto de hacerlo, estarás deseando volver a hacerlo de nuevo. ¡Palabrita!

En media hora tienes requesón casero en tu cocina. ¿Cómo? Ahí va la explicación:

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Ingredientes

Para una ración de unos 85 gramos, necesitamos:
  • 450 ml de leche entera
  • Una pizca de sal
  • 2 cdas de zumo de limón libre de pulpa, o la misma cantidad de vinagre blanco
Además
  • Un colador de malla
  • Tela fina de gasa
  • Un termómetro de cocina
Elaboración
  1. En un cazo ponemos la leche y la sal, removemos, ponemos el termómetro de cocina en su interior para controlar la temperatura, y lo calentamos a fuego muy suave sin perderlo de vista.
  2. En el momento en el que la leche llegue a los 85ºC, añadimos el zumo de limón, mezclamos bien y retiramos del fuego. Dejamos reposar diez minutos. Inmediatamente veremos cuál es el efecto del ácido: la leche se corta y se transforma en pequeños grumos.
  3. Mientras tanto, preparamos un recipiente con el colador y sobre esta la tela de gasa.
  4. Vertemos la leche sobre la gasa y dejamos que escurra. El tiempo dependerá de lo cremoso que a ti te guste, así que nadie mejor que tú para controlarlo y adaptarlo a tus gustos. En el colador tendremos nuestro requesón casero, y el líquido que habrá escurrido es suero.
Notas y consejos
  • El suero resultante podemos emplearlo como si fuera buttermilk para elaboraciones de repostería. Si no tenemos previsto usarlo inmediatamente, podemos congelarlo.
  • Para consumir el requesón, puesto que es fresco, conviene consumirlo en el día o dejar pasar 24 horas como máximo. Podemos endulzarlo con azúcar, con miel, mermelada; acompañarlo con cereales, semillas frutas, frutos secos ... con tantos ingredientes como os inspire la imaginación y os guíen vuestros gustos.


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Risotto aragonés con longaniza y boletus { #díadelproductoaragonés }

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Hoy, justo hoy, hace un mes que un grupo de bloggers gastronómicos llegados desde Madrid, Barcelona, Valencia y la misma Zaragoza, quedamos en encontrarnos en un punto estratégico de la capital maña para dar el pistoletazo de salida al #Gastrokddzgz. Las organizadoras de todo este tinglado: Paula, Beatriz y Cristina.

A pesar del madrugón de algunas, aunque sarna con gusto no pica, la mañana empezaba con una sorpresa de lo más dulce: habíamos sido invitados a un #ChocoTour que nos permitiría conocer el vínculo histórico que une la bebida azteca de los dioses, el chocolate, con la ciudad de Zaragoza. Para descubrirlo, y muy especialmente, para degustarlo, tuvimos que hacer el enorme esfuerzo de recorrer diferentes puntos dulces y de renombre en la capital. Hoy por hoy, puedo constatar que merecen la distinguida etiqueta por la que se les conoce. Y como señal de que superamos la "sufrida" prueba chocolatera, nos llevamos en nuestras sacas unas galletas que hacen honor al escultor Pablo Gargallo, bebimos chocolate en Buen Gusto & Co, degustamos unas frutas escarchadas recubiertas de chocolate de la pastelería Fantoba, y unos dulces pastelitos en Los Mallorquines.

La Zarola fue el espacio gastronómico en el que nos sentaríamos, compartiríamos mesa con bloggers gastronómicos, disfrutaríamos de deliciosas viandas y caldos, charlaríamos y disfrutaríamos. La mano cocinera corrió a cargo de Catering y Eventos del Pirineo.


El menú fue realmente delicioso y nuestros estómagos pudieron disfrutar de un Salmorejo con aceite de albahaca; un Ferrero Rocher de ternasco de Aragón con avellana garrapiñada; Calaveras de mousse de foie y manzana reineta con tierra de piquillo; Guacamole con tomate de Huesca, tostada de pan, langostinos, almeja y kimchee; Tournedó de ternasco con cuscús y hummus. De forma sorpresiva Fesia Pescados nos hizo llegar una lubina que se convirtió en ceviche, y para cerrar el postre: Ups, se me ha caído el yogur, y que nos cautivó por la originalidad de su elaboración y presentación. Y nos nos olvidemos de esos panes que se comían solos y que desaparecieron casi antes de que llegaran los primeros platos. Gracias, Pastelería Dolce Vita. ¿Qué? ¿A que estáis salivando?


Además, las organizadoras mañas, Beatriz, Paula y Cristina, pensaron en amenizarnos la comida con charlas informativas sobre productos autóctonos de tierras aragonesas como arroces Brazal, aceites Lis, Ternasco de Aragón, un producto con DOP. Y Gabi nos dio algunas recomendaciones para mejorar la calidad de nuestras fotografías gastronómicas.

A Madrid se vinieron un lote de productos y a algunos de los cuales he dado salida en la elaboración de la receta de hoy y con la cual celebro con mis compañeras bloggers el #díadelproductoaragonés.

Entre esos productos se encontraba una botella de vino de Bodegas Aragonesas, una longaniza de la casa Melsa, arroz Brazal y aceites Lis. Y con todos ellos y alguno más, he intentado fusionar la cocina italiana elaborando un risotto con producto 100% aragonés.


Y tras la inevitable puesta de dientes largos, porque a ver quién no sucumbe ante tales manjares, os invito a conocer la receta de hoy y que fusiona el producto aragonés con la técnica italiana: Risotto aragonés de longaniza y boletus

¡Ahí va pues!

Ingredientes (Para 4 personas)
  • 200 gr de longaniza Melsa
  • 320 gr de arroz Brazal
  • 20 gr de boletus deshidratados
  • 800-900 ml de caldo de pollo
  • Medio vaso de vino tinto Coto de Hayas, Vino del Cierzo
  • Medio puerro
  • Queso Parmesano
  • Aceite de oliva
  • Mantequilla
  • Sal
  • Pimienta
Elaboración
  1. Un par de horas antes de comenzar con la elaboración de la receta ponemos las setas en remojo en agua hirviendo y dejamos que se hidraten.
  2. Ponemos a calentar el caldo para que esté muy caliente en el momento en el que empezamos a añadírselo al arroz.
  3. Picamos el puerro muy finamente y lo pochamos en una cazuela en una cucharada de aceite de oliva y otra de mantequilla a fuego suave. Removemos de vez en cuando.
  4. Escurrimos las setas y las picamos. Las añadimos al puerro cuando comience a ablandarse.
  5. Abrimos la longaniza por la mitad a lo largo y sacamos la carne. La añadimos a la cazuela y la deshacemos aplastándola con la cuchara. 
  6. Vertemos el vino y lo llevamos a ebullición para que se evapore el alcohol. Entonces añadimos el arroz y lo rehogamos durante un minuto y removiendo constantemente. Incorporamos el primer cacillo de caldo caliente y removemos para facilitar que el arroz desprenda el almidón. A medida que el caldo vaya siendo absorbido, vamos añadiendo más, siempre caliente, y seguimos de esta manera hasta que el arroz esté cocido, lo cual llevará entre quince y dieciocho minutos. Cuando le quede un puntito por estar totalmente cocido, añadimos una cucharada de mantequilla, removemos, y tapamos. Lo mantenemos en reposo unos cinco minutos. Rectificamos de sal si fuera necesario.
  7. A la hora de servir, acompañamos el risotto con queso parmesano que más nos guste.
Notas y consejos
  • A la hora de elaborar un risotto, el arroz más recomendable es el carnolli o arborio, pero sin embargo, el resultado que he obtenido con esta variedad de arroz de la casa Brazal ha sido muy de nuestro gusto, pues el arroz queda cremoso, pero sin aglutinarse. 


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