Coquitos { o Amarguillos }
Esta es una de esas recetas con señera en mi familia. Los coquitos son un dulce que me ha acompañado a lo largo de toda mi vida. Y aunque os parezca una tontería, no me siento cómoda llamándolos "coquitos". Toda mi familia, por parte de madre y padre, puesto que nacieron en el mismo municipio, un pequeño pueblo de la provincia de Zamora, los "coquitos" siempre, siempre, siempre han sido llamados "amarguillos". Curioso nombre para un dulce, ¿no os parece? No es un nombre con el que nosotros, personalmente, hayamos bautizado este dulce a base de claras de huevo, coco y azúcar, no. De manera que si esperáis que os de una explicación del por qué de su nombre, siento defraudaros y deciros que no la tengo.
Cuando era pequeña, mis padres tenían por costumbre ir al pueblo algún que otro fin de semana, y por descontado, el mes de agosto. No es que me gustara especialmente, pero había que ir. Pero el comenzar mis estudios universitarios me permitió dedicar los veranos a perfeccionar y a ampliar mis conocimientos de inglés, por lo que mis viajes al pueblo quedaron muy reducidos.
Hoy en día, ir al pueblo, significa mucho. Significa disfrutar de la vida a otro ritmo, en otro ambiente, y me gusta. Disfruto enormemente del contacto con la naturaleza porque su inmensa belleza me reporta mucho más que la ciudad. Pero no puedo negar que para vivir, prefiero la ciudad. Aunque es bien cierto que nunca he vivido en un pueblo, con lo cual puedo estar hablando por hablar.
Uno de los motivos por los cuales me gusta pasar unos días en el pueblo es por la riqueza gastronómica de la que puede presumir, especialmente de la repostería. Por aquella zona son archiconocidos los "
feos" de Villalpando, un dulce de forma alargada, de textura algo dura y crujiente, que emplea huevos, azúcar y almendra entera. También están los bollos nevados, las pastas (que en sí son perrunillas), las rosquillas trancalapuerta, la torta de coscarón, los rebojos, que son una especie de magdalena super grande, las almendras garrapiñadas, las cosquillas de Ledesma, las
aceitadas y los amarguillos, o coquillos. En el lado salado tenemos el
arroz a la zamorana, potentemente energético, y las
chichas, que no son más que picadillo con el que hacer chorizos, por no mencionar su riqueza en cuestión de legumbres. Total, un empezar y no parar :)
Después de toda esta retahíla antológica y gastronomía antropológica (esto queda de lo más cursi), hablaros de los amarguillos, o coquitos, tiene un significado muy profundo en mi.
La receta que os traigo es de Laura, editora del maravilloso blog
Because. Fue ver la receta y notar su presencia en mi memoria de forma persistente. Después me enteré de que la receta era viajera y procedía del blog de Patricia, de
Sabores y momentos, otro fantástico blog que es seguramente conocido por vosotros.
Os explico cómo elaborar coquitos, o amarguillos que no amargan ;)
Ingredientes
- 3 claras a temperatura ambiente
- 200 gr de coco rallado
- 130 gr de azúcar glas
- Unas gotas de zumo de limón
- Ralladura de medio limón
- En un recipiente amplio y muy bien limpio, montamos las claras con unas gotas de zumo de limón, que ayudarán a que monten más rápido y resistan durante más tiempo montadas.
- Cuando el merengue ha formado picos estables (podemos volcar el recipiente bocabajo y no se caerán), añadimos el azúcar glas cucharada a cucharada, y una vez que hemos terminado con él, añadimos la ralladura de limón. Y por último añadimos el coco rallado y mezclamos suavemente.
- Pre-calentamos el horno a 180ºC, con calor inferior y superior.
- Preparaos una bandeja de horno y la protegemos con papel vegetal.
- Nos humedecemos las palmas de las manos ligeramente y cogemos pequeñas porciones de masa, del tamaño de una nuez, y les damos forma de bola, y de ahí vamos dándoles una forma cónica. Colocamos cada coquito en la bandeja dejando un pequeño espacio de separación entre cada uno.
- Introducimos la bandeja en el horno, a media altura, y horneamos entre 15 y 20 minutos, o hasta que la superficie empiece a dorarse ligeramente. Es muy importante no quitarles el ojo de encima desde el momento en que empiezan a dorarse.
Notas
- En el paladar, estos coquitos no resultan tan empalagosos como los que se suelen adquirir en los comercios, así que si los preferís con un punto más dulce, sentíos libres de añadir más azúcar en la elaboración.
En una entrada que enraíza tanto con el mundo que me rodea, si os apetece saber un poquito más de mi y de mi cocina, os invito a leer la entrevista que me ha hecho
Rebañando. Si te pica la curiosidad, pincha en el logotipo bajo estas líneas.
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